MADRE REINA
Hoy Madre celebramos tu reinado Maria Reina.
Madre se
que desde el cielo tu nos puedes ayudar desde tu reinado con Dios se
que tu madre nos sostienes en este tiempo de oscuridad de toda la tierra.Y como
nos dice el papa Francisco
"María también nos sostiene en tiempos de
oscuridad".
María se convierte en discípula y madre de
su Hijo en el momento que acoge las palabras del Ángel y dice: "He aquí la
esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra".
Este "hágase en mí" no es sólo
aceptación, sino también apertura al futuro: es esperanza. Este "hágase en
mí" es esperanza.
María es Madre de esperanza.
María no sabía cómo podía ser madre, pero
se confió totalmente al misterio que iba a cumplirse, y se ha convertido en la
mujer de la espera y de la esperanza.
María es consciente de cómo la misión y la
identidad de aquel Hijo, que se hizo Maestro y Mesías, supera su ser madre y al
mismo tiempo puede generar temor, así como las palabras de Simeón y su profecía
de dolor. Y sin embargo, ante todas estas dificultades y sorpresas del plan de
Dios, la esperanza de la Virgen nunca flaquea.
Esto nos dice que la esperanza se nutre de
la escucha, la contemplación, la paciencia, para que los tiempos del Señor
maduren. Incluso cuando María se convierte en la dolorosa al pie de la cruz, su
esperanza no cede, sino que la sostiene en la espera vigilante de un misterio,
mayor del dolor que está por cumplirse.
Todo parece realmente acabado; cualquier
esperanza podría decirse apagada. También ella, en ese momento, podría haber
dicho, si no hubiera recordado las promesas de la Anunciación: "¡Esto no
es cierto! ¡He sido engañada!". Y no lo hizo María creyó. Su fe le ha
hecho esperar con esperanza en el futuro de Dios. Una esperanza que hoy el
hombre no logra tener.
Muchas veces pienso: "¿Sabemos esperar
el mañana de Dios, o queremos el hoy, el hoy, el hoy?". El futuro de Dios
es para ella el amanecer de aquel día, el primero de la semana. Nos hará bien
pensar en la contemplación, en el abrazo del hijo con la madre.
(...) María es, pues, el testimonio sólido
de la esperanza presente en cada momento de la historia de la salvación. Ella,
la madre de la esperanza, nos sostiene en los momentos de oscuridad, de dificultad,
de desaliento, de derrota aparente, en las verdaderas derrotas humanas.
Que María, madre de nuestra
esperanza, nos ayude a
hacer de nuestra vida una ofrenda grata al Padre Celestial, un regalo alegre
para nuestros hermanos, una actitud que siempre mire hacia el futuro.
Gracias Madre por poder celebrar contigo este reinado donde todos tus hijos nos alegramos, gracias por que el padre ha cumplido la promesa te ha coronado es la esperanza que nosotros tus hijos también tenemos, gracias porque tu estás en el lugar que te corresponde y nosotros también y el padre esta en su lugar.Gracias porque eres un Dios celoso pero no eres envidioso y es verdad que en estas fiestas preciosas de la coronación de Maria nadie puede ocupar el trono que a Dios le pertenece, y nadie puede ponerse en el lugar de Dios.Muchas veces somos envidiosos temerosos que nos quiten nuestro lugar pero tu no lo eres al contrario eres como ese padre que se alegra de coronar a nuestra madre.
Madre
en ti vemos plasmado el proyecto que
tiene Dios con nosotros. Llegaremos también
a Reinar no en el lugar de Dios
sino donde el Padre nos ponga .este reinado será para toda la eternidad.
Madre me alegro mucho. Felicitaciones.
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