Cuerpo místico de Cristo

No vengo, Jesús, a pedirte, ni a cumplir, ni a reclamar tu fuerza y apoyo, ni a desahogarme o recrearme. No, mi Jesús. Mi obligación es aplicarte todo mi amor, hecho bálsamo, medicina eficaz, transfusión de vida, trasplante de mi piel y de mis carnes, de mi corazón y pulmones, sobre tu Cuerpo roto, mutilado, terriblemente inerme en sus miembros más vitales. Mi tiempo, Jesús amado, es quirófano continuo. Mi mente es aplicación de mis cinco sentidos y de toda mi capacidad sobre tu situación, para cortar y extirpar, con mis manos muy limpias y desinfectadas, todo tumor y plaga purulenta en todo tu Cuerpo.Jaime Bonet

Comentarios

Entradas populares de este blog

PREGÓN DEL EVANGELIZADOR

Nos llamas por nuestro nombre

¿Quién es más importante en el Reino de los cielos ?