Vivir a la espera de este encuentro con el Padre

 Jesús nos revela y abre el amor de su Padre, de nuestro Padre.
 En sus palabras podemos experimentar y encontrar lo que somos para Él, cómo nos mira y cuánto nos ama. 
 podemos fijar nuestra atención en la llamada que el Señor nos hace a estar preparados para el día en que nos encontremos con él quedando al descubierto  lo que hicimos y cómo actuamos en nuestra vida. 
De ello puede nacer un deseo o actitud a vivir en constante espera y cuidado, pero posiblemente motivado por el miedo o el temor a ese día, en que el Señor vendrá.
 Sin embargo, Jesús, al inicio, nos dice «no temas, rebañito mío, porque tu Padre ha tenido a bien darte el Reino…».
El Señor nos invita a no temer sino a confiar. 
Nos llama a esperar ese día con paz y sencillez. 
Nos invita a vivir para el cielo, porque para eso hemos sido creados. 
Él desea que nuestra vida aquí en la tierra sea guiada e impulsada por Él, que vivamos con y en Él.
 Es por ello por lo que detrás de estas palabras podemos escuchar el corazón del Señor que nos dice quiénes somos
sus hijos.
 Nos abre su corazón. 
 Nos revela cuánto nos ama y cómo desea que estemos y vivamos con Él.
El Señor nos invita a descubrir la belleza de lo que significa vivir como los criados que están esperando a que su Señor regrese, que nuestra vida es para ir al cielo. No como criados que esperan con temor, sino como hijos que anhelan y desean la venida de su Señor, de su Padre. Que en nuestra vida, en medio de la luz o de la oscuridad tenga siempre esta convicción.
acoger con gratitud y estupor cada nuevo día que Dios nos regala. 
Cada mañana es una página en blanco que deberíamos  comenzar a escribir con obras de bien. 
Nosotros hemos sido ya salvados por la redención de Jesús, pero ahora esperamos la plena manifestación de su señoría: cuando finalmente Dios sea todo en todos.
 Nada es más cierto en la fe de los cristianos que esta “cita”,  con el Señor, cuando Él venga. Y cuando este día llegue, nosotros, los cristianos, queremos ser como aquellos siervos que pasaron la noche con  las lámparas encendidas: es necesario estar listos para la salvación que llega, listos para el encuentro. 
¿Habéis pensado, vosotros, cómo será el encuentro con Jesús, cuando Él venga?
 Pero, será un abrazo, una alegría enorme, ¡una gran alegría! ¡Debemos vivir a la espera de este encuentro!».
(Audiencia de S.S. Francisco, 11 de octubre de 2017).

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