ORACION AFECTIVA




SOBRE ORACIÓN AFECTIVA

P. JAIME BONET  (1984)

Hay que orar con el corazón, desde la fe. La oración no es teoría ni razonamiento. Así muy pronto esta oración se convertiría en cumplimiento, pérdida de tiempo, aburrimiento. “Donde está tu tesoro allí estará también tu corazón” (Mt 6, 21).

La reflexión, el estudio, la lectura, no es oración propiamente dicha.
La oración que transforma en amor, que rehace y reconstruye el alma es el amor procedente de la relación amorosa. Pasando por el amor de aprecio, de retorno, llegar al amor de afectuosa intimidad, consistente en este trato amoroso, recíproco con la persona de Cristo, o con cualquiera de las Personas de la Trinidad que habitan en mí, o con María, mi Madre, Madre de Jesús, del Cristo total, de toda mi familia, los hombres de todo el mundo.

Este diálogo amoroso, es fuego animado constantemente por la fe, por las verdades que sé, aunque no las sienta. Y no está sujeto a interrupciones, como los acontecimientos volubles, pasajeros, infirmes y mortales de todo lo simplemente humano; porque es divino y eterno y siempre más vivo y más nuevo, más y más íntimo.
A medida que me dejo amar por Jesús, me presto y le facilito que ame por mí y en mí a los hermanos. Hasta que todo mi ser sea instrumento vivo de su amor, con que ame, redima, salve y pueda seducir y cautivar a muchos, cuando Él lo sea todo en mí y no quedara nada de mi yo que no sea transformado en Él.

Así el amor, la vida de oración no son prácticas, cumplimientos, deberes cumplidos. Es un acto continuo de mutua donación. Todo tu ser transformado en Jesús, se hace palabra creadora, recreadora, redentora, instrumento vivo, reproducción viva de la Sabiduría que creó los mundos y humanidad de añadidura de aquella Humanidad y Divinidad que los redimió en el Calvario y que ahora actúa en mí y por mí, de un modo vivo y real en cada Eucaristía.

Lo que más me moverá es conocer la realidad del amor de Jesús para conmigo. Conmueve cuando alguien dice: “Te amo”, “Me ama”, pero de verdad, con obras. “Me amó y se entregó por mi” (Gal 2, 20); la mayor prueba de amor... (Cf. Rm 5, 8); “me amó hasta el extremo” (Cf. Jn 13, 1); mirándome fijamente me ama (Cf. Mc 1O, 21). 

Es relación interpersonal, recíproca de amor entre la persona y Cristo, y Cristo en persona. Oración afectiva. Palpablemente este amor, esta mirada de amor se dirige personal, concretamente a mí. Esta mirada sincera, que lleva a las obras, al sacrificio con fidelidad.

Me confía su vida, su Cuerpo. La confianza es prueba de un gran amor. La flor y nata del amor. Yo te elijo para... (Cf. Jn 15,16). Me hace confidente de su realidad, me abre el corazón; “Vosotros sois mis amigos... a vosotros os digo todas estas cosas…” (Jn 15.15).
Corresponder desde la fe, desde tu fe, al tono y forma con que Jesús me habla, con que Jesús me ama: con todo tu ser.

Y este trato amoroso, que crea la íntima amistad con Jesús, pasa más allá de toda rúbrica, ceremonia y protocolo, de todo cumplimiento, práctica rutinaria o fórmula premeditada. Tal convivencia con Jesús es el despliegue normal, diario y familiar con ‘El, en un clima de compromiso eterno, sacrificado, pleno y total, sin reserva alguna. Este trato rompe con toda ley y norma fría de letra y palabras aprendidas, para dar paso libre y espontaneidad suelta y plena del corazón. Este trato y familiaridad íntima (más que la de los esposos más amantes y fieles) toma el estado, tono y expresión peculiar del alma enamorada de Jesús. No es copla, plagio o recuerdo de otros amadores, por muy considerados y perfectos que ellos fueran. Este amor no tiene ley, ni se ve coartado por temor o complejo alguno. Es transparencia viva, noble y leal, radicalmente sincera y espontánea de la identidad afectiva, profundamente personal en cada uno.

Este amor que se desborda y vuelca por completo en el Amado, es algo siempre único para cada persona, intransferible e irrepetible.
Se comprende, pues, y es necesario que se precise el trato personal, propio y característico de cada persona con Jesús. Esto es, la con vivencia-vivencia con Jesús, vernácula, familiar, desde la infancia, de acuerdo al idioma, la idiosincrasia, raza, pueblo y nación, temperamento, carácter, cultura, formación, gustos, estilos y modales de cada uno.

Comentarios

Entradas populares de este blog

EL PREGÓN DEL EVANGELIZADOR

Oración con María: ¡Ánimo, hija, que en tu enfermedad yo te sostengo!

¡Aleluya! ¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluya!