ME AMÓ EUCARISTÍA




 Amor que se funde todo él en eucaristía. Eucaristía-Amor en constante actitud de donación, bocado que se echa de boca en boca, brasa que se esparce de corazón en corazón.
 Jesús se reparte como puñado de fermento en las pequeñas y grandes masas de harina. 
Apunta solo al pan de todos y cada uno. Sueña con la vida abundante. No quiere otro pasto. Es el pienso que Él ha compuesto y preparado para todos, es toda la cantidad que se precisa y mucha más. Es toda cuanta vitamina necesita y requiere el esfuerzo más extremado e inaudito de cualquiera que se entrega y se lanza en picado a ser «eucaristía». 
Este régimen, preparado y elaborado por Jesús mismo, contiene en sí toda la fuerza y deleite para divinizar y transformar a cualquier individuo, sea cual sea su estado de anemia, aunque hubiera muerto y fuera un montón de huesos secos.
La eucaristía, luz y calor, sacramento de fe y amor, penetra hasta las profundidades más escondidas y ranuras del alma. No deja nada sin rastrear.
 Proyecta rayos de luz en las cavernas y escondrijos más recónditos del corazón humano. 
Torna en día despejado y claro la noche más turbia y confusa, más cerrada e intransitable. Es guía y viático en los momentos de mayor incertidumbre y peligro.
En la eucaristía Jesús atiende y llega a todos los secretos, a todas las fibras y moléculas del gran misterio del corazón humano. En este corazón Él ha sembrado la semilla de su propio ser, la imagen viva de su sustancia. Por la eucaristía todo toma el ritmo y transustanciación del amor:
 Dios hecho pan.
J.B




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