Contigo Jesús todo es llevadero
Con alegría y ánimo comienzo este día. Vuelvo mis ojos hacia ti porque en este momento mi corazón busca tu rostro. Eres el alimento que fortalece mi interior para comenzar la jornada dispuesto a vivir con paz los acontecimientos de este día. Todo, desde ahora, Señor, lo pongo en tus manos con la confianza de que nada te es indiferente y con la certeza de que donde no llegue, llegarás tú, donde yo vacile, tú serás mi fortaleza. Contigo el camino se me hace más llevader.
Escribe santa Isabel de la Trinidad:
«Yo tengo en tu divina Providencia
una fe y confianza inquebrantables.
Oh Jesús, llévame y tráeme,
yo me abandono entera a tu talante.
Por la parte que tú me has destinado,
oh mi Buen Dios, del corazón me sale
gritarte “muchas gracias” de por vida.
Sí, gracias mil, mi Amigo incomparable.
Ahora me abandono a ti, Jesús,
con una confianza que a Dios sabe.
¡Gloria a ti, oh divina Providencia,
gloria al Señor, por siempre confiable!»
(Poesía 51 (52): Confianza en la divina providencia, mayo de 1898).
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