Si quieres puedes limpiarme .Quiero
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Hoy es tu día, Señor, nuestro día. El día de la acción de gracias, el día de la eucaristía, el día de la fraternidad. Y comienzo este día pensando solo en ti y en lo que hoy me ofreces con generosidad. Ahora que te busco, me dices: «Aquí estoy, junto a ti. Y estaré contigo no solo ahora, sino, sobre todo, cuando te unas a los hermanos y hermanas para compartir la gran fiesta de la eucaristía». Por eso, Señor, callo mi palabra torpe y me quedo en silencio, porque ESTÁS AQUÍ, a mi lado.
DEL EVANGELIO DE SAN MARCOS 1, 40-45
En aquel tiempo, se le acercó un leproso a Jesús, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme». Compadecido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio». La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio». Pero cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a él de todas partes.
COMENTARIO ORANTE
Te gustan, creo, las palabras directas, sin rodeos, sin excusas, sin demasiadas palabras que adornen nuestro discurso. Como el leproso hoy quiero decirte: «SI QUIERES…». Y lo demás lo dejo a tu voluntad. Buscar tu voluntad es lo mejor, aunque a veces nos duela o nos parezca poco razonable. Porque si algo quieres es nuestra felicidad, incluso más que cada uno de nosotros. Por eso, me acerco a ti y, una vez más, te digo como el leproso: «Si quieres…». Y sé que en el fondo escucho la misma respuesta…: «¡QUIERO!».
PALABRA DE LOS MÍSTICOS
Nos dice santa Teresa:
«Este Señor nuestro es por quien nos vienen todos los bienes. Él nos enseñará. Mirando su vida, es el mejor ejemplo. ¿Qué más queremos de un tan buen amigo al lado, que no nos dejará en los trabajos y tribulaciones, como hacen los del mundo? Bienaventurado quien de verdad lo ame y siempre lo traiga consigo»
(Vida 22, 7
ORACIÓN
Señor, me cuesta aceptar tu voluntad en mi vida,
sobre todo, cuando las dificultades
y los problemas llegan a mi vida.
Me siento como el leproso en el camino,
sacudido por la enfermedad unas veces,
por los problemas laborales otras,
por los malentendidos que la vida nos trae,
por las cosas que me hieren por dentro.
Por eso, Señor, hoy, como el leproso te digo:
“Si quieres…”.
Lo demás ya no importa, confío en ti.
Javier Fuente, ocd
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